Desde mi corondel: “El toro de La
Vega”, la atrocidad y la barbarie en la muerte del animal
Por Agustín Ferrer Ortiz
En los últimos tiempos hablamos mucho de las fiestas taurinas
tradicionales y festivas con la que cuenta España en todos sus municipios y la
guerra abierta entre detractores y defensores de las tradiciones culturales
festivas para unos y barbarie para otros. Yo no voy a entrar en esa polémica
aunque si diré que soy un enamorado de las corridas taurinas y de las fiestas
populares en las que la gente corre con astados de todo pesaje y volumen por
las calles de los pueblos y exijo a la sociedad anti taurina la misma educación
que yo tengo para con ellos, es decir el respeto mutuo hacia nuestras ideas
sean cuales sean porque cuando eso no sucede, se acaba el entendimiento y se
pierden los modales y las razones.
Un torero se enfrenta cara a cara con el astado y si bien es el animal
quien muere, el torero puede ser alcanzado por los cuernos afilados y
puntiagudos que se clavan en las carnes como una aguja médica causando como
conocemos de muchísimos casos, la muerte del torero que acaba su faena vencido
por la mole cuadrúpeda y con los pies por delante camino del cementerio,
mientras que el animal muere, no sin una cierta tortura por picadores y banderilleros
y hasta en algún caso, recientemente en junio vivimos este episodio, ver la
vida del bicho salvada por la autoridad competente y devuelto a los establos
para que sirva de macho entre las fieras astadas dispuesta para procrear y
tener nuevos toros bravos. Y en las tradiciones populares de correr las calles
vecinales so plazas instaladas al efecto, no he visto en mi larga vida, ningún
animal morir mientras si he visto morir jóvenes que han sufrido la furia de una
brutal coz que le ha destrozado el pecho o la cabeza o bien lo ha dejado en
sillas de ruedas de por vida, pero en ningún caso veo el sufrimiento del animal
en estos festejos.
Pero como digo, lo que me trae a escribir este artículo es la tan
traída fiesta de “El toro de La Vega” en Castilla-León y por supuestos las
voces que se han alzado a favor y en contra. Yo sinceramente y lo digo de
corazón en este caso, soy totalmente opuesto a esta barbarie donde se da caza a
un animal de la forma más primitiva posible como es con lanceros dispuesto a
marcar su diana en la piel del morlaco que por muchos seiscientos kilos que
pueda pesar, se encuentra indefenso ante la vorágine de cazadores que
participan y la forma indefensa en la que muere el animal. A mi esta muerte me
causa estupor, me indigna, me atormenta e imploro porque esta tradición tome
otro cáliz.
Así que me defino claramente contrario a que la fiesta de La Vega
continúe, a que eso que llaman cultura se mantenga porque no es más que un
crimen cometido con ensañamiento, premeditación y alevosía y resulta a más
incomprensible que el alcalde de esta localidad, por más socialista y por ende
contrarios a las fiestas taurinas, haya defendido la continuidad de este
festejo. Sinceramente me quedo incrédulo ante tal estupidez política que año
tras años enfrenta, con una total falta de respeto a defensores y contrarios y
con lo que hay que acabar.
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