domingo, 9 de abril de 2017


Desde mi corondel: La Valencia faraónica del S. XXI



Agustín Ferrer Ortiz

La historia de los políticos actuales y parece que de forma especial en Valencia, es la de querer pasar a la historia no por sus buenas acciones y gestiones políticas, que ya se ven inexistentes ante su corta capacidad para ello, sino por sus obras magnas al más puro estilo faraónico.

La prueba la tenemos a lo largo de la historia más reciente de Valencia. Por ejemplo, Joan Lerma se empeñó a como diera lugar a construir el Palau de la Música, después llegó el PP de Zaplana y comenzamos con la Ciudad de las Ciencias y las Artes (obras algunas de ellas aún inacabadas o incompletas en su entorno) y ahora llegan los de Compromís con su rodillo y por las bravas nos colocan en la capital un anillo ciclista que ríete tú de cualquier otro que hayas visto, por cierto, yo que he viajado bastante, no he visto ninguno así en ninguna capital europea, a no ser que los hayan hecho ahora, pero lo que si se, es que esta magna obra que se realiza sin estudios previos, sin consultas a nadie de las partes más interesadas, sino porque lo ordeno y mando del “César” Giuseppe Grezzi, concejal de movilidad del Ayuntamiento de la capital del Turia, nos va a costar algo bastante más del millón de euros para una población ciclista que no supera el millar.

Valencia actualmente se ha convertido en una ciudad caótica, ya lo era, pero en estos momentos se ha dado solución innecesaria a algo trivial y sin urgencia mientras las carencias para hacer una Valencia más fluida y rápida, con más estacionamientos, en vez de quitar, sigue pendiente hasta que algún alcalde inteligente demuestre cordura y no se deje llevar por la sinrazón de la pedantería, el rencor y la soberbia como es el caso de Joan Ribó que lleva ya dos años mirando su ombligo y sus razones políticas ante que mirar por las necesidades y el bienestar de unos ciudadanos a los cuales se supone representa él y su equipo de incompetentes concejales apoyados por otros cortos de miras políticas.

Valencia no es una ciudad con una urgente necesidad ciclista si bien está que se use ese medio para reducir ruidos y la contaminación como se hace por toda Europa, pero hay que hacerlo de forma equilibrada, por ejemplo Alemania y Holanda principalmente, que además respetan al ciento por ciento al resto de conductores o viandantes, no como sucede en Valencia donde además se les ha dado una prioridad que convierte al ciclista en un arma peligrosa ya que pueden circular por donde quieran y como quieran y así lo estamos comprobando en el día a día que pese a tener carril bici siguen rodando son educación alguna por las aceras de la ciudad, lo que no deja de ser un verdadero peligro para la gente mayor y los niños a quienes se les está usurpando su espacio mientras la Policía Local se encuentra atada de manos por la incompetencia del edil enfrentado ahora a la responsable de Policía Local y primera teniente alcalde Sandra Gómez que es a la razón la única que está demostrando algo de cordura en todo este desaguisado que ha dejado Valencia a los pies de los caballos por una obra faraónica, pues es incomprensible que las vías rápidas de la ciudad se conviertan en embudos caóticos como es los alrededores de las Torres de Serranos o la calle Colón en horas punta y como respuesta por parte del ayuntamiento los ciudadanos obtienen insultos y/o desprecios así como desplantes porque es la única arma argumental del alcalde y del edil de esta competencia.

Nunca he sido partidario de obras de este calibre si antes no se solucionan las primeras necesidades de una ciudad y de unos ciudadanos que son primordiales lo que conlleva a grandes gastos que nos vemos obligados a amortizar con subidas de impuestos que merman la calidad de vida de la personas y deja a la ciudad con una imagen irreal de lo que realmente es o de lo que realmente está sucediendo porque ¿alguien considera que era tan necesario la magna obra de la Ciudad de las Ciencias, tener en Valencia un Palacio de Congresos y un Palau de la música que tienen que competir como rivales para tener trabajo y público y que hemos pagado los ciudadanos? Hubiera sido más lógico fomentar teatros con reformas apropiadas para aumentar la capacidad de público y la seguridad de los recintos. En fin, esto es hablar por hablar porque sabemos cuál es la respuesta de unos políticos que se creen dioses o faraones pero que lucen más por su incompetencia y dejadez que por su calidad profesional y su falta de respeto hacia los ciudadanos valencianos.