Agustín Ferrer Ortiz.-
Estamos precisamente en alerta naranja ante la posibilidad de
incendios en nuestros montes y recientemente, hace unos pocos días, la sierra
de Calicanto en Torrent sufría las consecuencias que causan las llamas y que
nos ha dejado a muchos que conocíamos esa
sierra, bastante tristes por el significado que tiene en quienes hemos
estudiando en el colegio de Calicanto y hemos hecho deporte por sus sendas.
Ante estos hechos, las medidas
que se toman sin duda importantes siguen siendo pocas, aunque nunca sabemos
donde la furia del fuego tomará revancha sobre unos montes ciertamente
abandonados y mal cuidados, con un escaso control de vigilancia por mucho que
nuestros políticos quieran decirnos lo contrario y por muchos esfuerzos que las
brigadas de bomberos hagan.
En Cullera la celebración de las fiestas dedicadas a la Virgen
del Castillo, tienen como tradición que desde la misma montaña, tal y como dice
el concejal de Policía
José Gil, lanzar los fuegos artificiales desde la misma, pero
esto señores, hoy en día con los riesgos que conocemos en base a la situación
de nuestros montes, ante la escasez de medios y ante las alarmas que desde la
Generalitat Valenciana lanzan, es algo que no se tendría que haber permitido y
he aquí las consecuencias.
¿Qué vamos a ver cuando nos asomemos a los balcones de los
apartamentos que miran al Castillo y veamos todo ese monte chamuscado, sin sus
zarzas o carrascas, triste y gris? Veremos una imagen gris y oscura por
permitir un acto que si bien era tradición, debería haberse cambiado a
sabiendas del peligro que esto conlleva. Y los responsables no pueden salir al
paso con una simple declaración de que lleva años haciéndose así que es cierto,
que yo lo he vivido desde mi más tierna infancia, pero que hoy en día ya
tendría que haberse buscado una alternativa al lanzamiento de fuegos
pirotécnicos.
Es una lástima que Ernesto Sanjuan está más preocupado por sus
funciones en la Diputación de Valencia y en el Patronato de Turismo que en su
Cullera natal, una población valenciana que vive del propio turismo, que son
miles los ciudadanos que veranean en esta población y que este año observarán
con un nudo en la garganta y mirada de impotencia, la dejadez política de quien
es el máximo responsable de la población.
Por desgracia, no será más que el principio de lo que será el
verano y si muchos de estos incendios vienen provocados por la mano de enfermos
y pirómanos enloquecidos, esta vez ha sido la mano del político con su
autorización y falta de previsión, quien ha provocado que Cullera sea hoy un
poco más gris.
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