lunes, 29 de abril de 2013

La ‘Kale Barroka’ de la izquierda se ceba en sedes del PP y UPyD


Agustín Ferrer Ortiz.-

Decía recientemente la Vicesíndica del Grupo Parlamentario Popular, Marisol Linares en Las Cortes Valencianas, que “La izquierda siempre ataca el sistema democrático cuando no le gustan los resultados electorales” y sin duda alguna es cierto a vista de los nuevos ataques a la sede del Partido Popular en la población madrileña de Parla.

Igualmente la izquierda radical asaltó la sede de UPyD en la ciudad de Valencia porque siendo este un partido de ideología izquierdista está muy alejado de la realidad extremista en la que viven esos energúmenos que atacan a todo aquel y todo aquello que no comulga con su ideología como si esa fuera la única tolerante y tolerable, estando muy alejados de la realidad social y libre en la que vivimos los españoles.

Hemos asistido también esta semana pasada al acto de asedio y acoso al Congreso de los Diputados por parte de grupos que usan la violencia como argumento para reclamar unos derechos o provocar unas situaciones que quedan fuera de todo legitimidad cuando pierden el valor social y democrático convirtiendo la calle en un campo de batalla.

Hay que entender que el sistema puede ser o no justo, que puede gustar a unos y a otros por el contrario desagradar, pero las formas no se pueden perder en un Estado de Derecho amparado bajo una Democracia firmada por nuestros políticos y ratificada por el ciudadano español en referéndum libre y directo porque entonces se acaba con la tolerancia, se acaba con el respeto mutuo, respeto que impera en la derecha y de la que ya empieza a carecer la izquierda.

Es muy cierto, que nuestra casta política se ha alejado muchísimo del ciudadano y de las realidades que afectan a España y están más ofuscados en trifurcas internas, ansias de poder moviendo el sillón del que está y problemas judiciales de suma gravedad que de todos aquellos problemas que afectan directamente al ciudadano que ha terminado por no creer ya en una sola mentira más de sus representantes y exigen ya las verdades una por una y soluciones, pero estos no son legítimas de unos pocos que con su estilo a lo más puro kale Barroka pretendía asaltar el Congreso.

Las manifestaciones como ejemplo de protesta contra el sistema o contra aquello con lo que no comulgamos deben ser constructivas, pacíficas, no una demostración de burrera patológica izquierdista, porque entonces es cuando se pierde el derecho a la reclamación, y se pierde, porque se ha perdido el respeto y por desgracia cuando vemos un político como Bieiras en Galicia que amenaza directamente a un presidente autonómico y golpea sobre su escaño con actitud odiosa, muy lejos de ser solo una actitud repudiable, es una actitud denunciable por amenazas, porque si ya nuestros políticos más rojos actúan belicosamente, ¿cómo podemos esperar que actúen sus fieles perro-flautas?

España no puede salirse del camino del respeto, la libertad y la democracia, pero si podemos exigir a nuestros políticos, sean del orden que sea, que dejen de mirar sus ombligos y sus bolsillos y comiencen a trabajar seriamente en conjunto y unidos por lo que realmente preocupa a la sociedad, la economía, el paro, el estado de bienestar, deben ser los argumentos para discusiones favorables y no para demostrar las diferencias, que esas ya las conocemos y sabemos de la burrera de más de uno en el Congreso, y pasen a preocuparse por hablar, dialogar y aportar puntos en común que saquen a España del atolladero en el que está metido.

Debemos exigir a la izquierda radical y plural que deje sus manipulaciones y amenazas tan alejadas de los verdaderos intereses de España, porque con esa actitud solo se llega a un camino y ese camino debe pasar por la Audiencia Nacional y el tribunal Supremo para condenar a quienes alteran el orden público saliéndose del juego y del reglamento democrático.

Lo acontecido estos días, no demuestra más que una cosa. Los políticos españoles deben ponerse las pilas y trabajar, por que el descontento de la sociedad así lo reclama.

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