martes, 2 de julio de 2013

Las calles de nuestras ciudades no son basureros

Las calles de nuestras ciudades no son basureros
Agustín Ferrer Ortiz.-


Por desgracia cada día vemos como la gente, la sociedad en líneas generales se ha convertido en lo que hace unos años llamábamos ‘pasotas’, sólo que actualmente al pasotismo se le ha sumado la mala educación, la falta de respeto y la irresponsabilidad en grado sumo.

Los ayuntamientos tienen para nosotros un servicio de recogida de enseres inútiles que nos estorban en nuestras casas y de los cuales queremos deshacernos, a no ser que estos puedan tener alguna utilidad para otros que padecen carencias y que podemos entregar de forma gratuita y desinteresada a diversas ONGs, o por último llevarlo a los centros de reciclaje más conocidos como los bioparques, todo esto antes que ensuciar las calles y provocar incomodidades al resto de ciudadanos.

La imagen tomada en la ciudad de Xàtiva –como podría ser cualquier otra ciudad- por un político amigo mío y publicada posteriormente en las redes sociales, nos dice claramente hasta qué extremos la sociedad se ha convertido en algo que en este siglo XXI no debería existir, en una sociedad ajena al respeto a nuestros conciudadanos, simplemente por el hecho de que unos enseres están viejos, estropeados y por lo tanto, nos molestan en nuestras casas y la mejor forma de quitárnoslos de encima, antes que hacer una llamada, es abandonarlo en las aceras impidiendo, en más de una ocasión el tránsito de peatones u ocupar un espacio de estacionamiento de vehículos.

Además debemos ser conscientes del peligro añadido que entraña dejar este tipo de materiales en la calle, como es el caso de colchones o bolsas con ropa, altamente combustibles, ya que con el gamberrismo que impera hoy en día, algún degenerado puede causar un desastre lamentable al prender fuego o que simplemente suceda por un fortuito accidente al arrojar una simple colilla, algo que podríamos lamentar tristemente pues pueden producirse daños materiales considerables como prenderse algún vehículo o causar graves quemaduras en personas. Es sin duda una llamada, una alarma encendida que quiero dejar patente en estas líneas para que sirvan de llamamiento social.

Por desgracia no son ya enseres inútiles lo que puede resultar más molesto a la hora de pasear por nuestras ciudades y pueblos. Es lamentable que día a día esa falta de educación cívica y moral de nuestros semejantes se agudiza hasta el extremo de ver como algunos pasean con sus canes para que estos hagan sus necesidades, olvidando en un gran número de casos la necesidad de llevar una bolsita con la que recoger los excrementos y arrojarlos al contenedor de basuras, lo que resulta excesivamente molesto, no solo por lo desagradable que puede resultar pisar un ‘zurullo’ de perro, sino por el mal olor que al final queda en el ambiente y ya ni hablar de este apartado en algunos parques de nuestras ciudades donde los animales corren libremente para defecar libremente en cualquier parte con el riesgo que conlleva para la salud de todos y muy en especial de nuestros pequeños que no pueden disfrutar de un entorno limpio y agradable.

Sin duda alguna, los ayuntamientos tienen unas leyes que afectan a este apartado y donde las multas llegan a alcanzar cifras importantes, pero por desgracia carecen de pocos efectivos municipales para hacerlas cumplir, cosa que no debería suceder e incluso ¿Por qué no encomendar esta labor a una empresa privada con autoridad municipal como es el caso de la ORA? Tal vez nuestros ayuntamientos deberían buscar soluciones más exigentes para hacer respetar las normas que se imponen y mirarse menos el ombligo, y hablo en términos generales sin particularizar, haciendo oídos sordos a un problema que en sí tiene una gran importancia porque afecta al bienestar y salud de los ciudadanos. Multas ejemplares que deben ser abonadas y cuya recaudación debe ir destinada a aumentar los efectivos de limpieza de parques, jardines y calles, podría ser una solución urgente a corto plazo, porque la sociedad debe ser consciente de que no pueden ser unos despreocupados y mirar hacia otro lado en cuanto a higiene conciudadana se refiere.

Lanzo desde esta columna este mensaje para que nuestros políticos tomen cartas en el asunto con mano dura y sin que les tiemble el pulso y al mismo tiempo un llamamiento a todos los ciudadanos para que tomen conciencia de que el civismo y la educación es algo que no podemos perder porque entonces nos convertiríamos en una sociedad anarca sin principios ni valores morales.

En definitiva, que de cada uno de nosotros, de nuestra conciencia social y nuestros valores morales depende que podamos vivir en ciudades limpias y seguras. Un esfuerzo mínimo para mucho que ganar. ¿Es tanto el esfuerzo?

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